A mediados del siglo XIV estallaba una rebelión entre los agricultores chinos, obligados a levantar diques en el río Amarillo por el emperador Huizong, perteneciente a la dinastía Yuan de origen mongol, iniciada por Kublai Kan casi un siglo antes.
Tras la rebelión, exitosa, un agricultor pobre y monje budista, Zhu Yuanzhang, se alzó en el trono imperial iniciando la dinastía Ming. Su linaje dirigiría los destinos del imperio más extenso de su época durante casi tres siglos y conduciría a China a su periodo de mayor estabilidad, favoreciendo un gran esplendor cultural y un desarrollo social y económico sin precedentes en la historia del país.