El fin de la XII Dinastía da comienzo a un periodo de crisis estatal en el Antiguo Egipto. El Imperio Medio cae y, a mediados del siglo XVII a.C., un pueblo llegado de Oriente Próximo, los hicsos, se hace con el control del Bajo Egipto.
La sociedad y la cultura egipcias sufren grandes cambios. Aprovechando la debilidad egipcia, Nubia se declara independiente. El gran imperio se tambalea.
Pero a mediados del siglo XVI a.C. nace en la casa real de Tebas un segundogénito que se proclamará faraón y liderará una revuelta contra los gobernantes extranjeros, expulsándolos del delta del Nilo y recuperando Nubia, unificando de nuevo el país.
Amosis I inaugurará así la XVIII Dinastía y el Imperio Nuevo en un resurgir del poder de Egipto que durará cinco siglos, hasta la llegada de los gobernantes libios.
Índice del artículo:
Del Imperio Medio al Segundo periodo intermedio
Cuando murió la reina-faraón Neferusobek, hacia 1790 a.C., comenzó en Egipto una etapa de inestabilidad sucesoria. Gobernantes poco influyentes, de poder reducido e incapaces de controlar por completo el territorio que había abarcado Egipto durante el Imperio Medio.
Un cambio drástico, sobre todo teniendo en cuenta que el Imperio Medio había llegado a su apogeo precisamente con la XII Dinastía, de la que Neferusobek fue la última representante.
Cronología de las dinastías del Antiguo Egipto
Como esto de las dinastías puede ser un poco lioso he preparado una infografía para que no nos perdamos ninguno (yo incluido) y que espero te sea de ayuda. Pinchando en la imagen puedes verla en un tamaño algo más manejable, y si eres suscriptor la tienes disponible para descargar en PDF de alta resolución en el área de descargas para suscriptores.
Egipto durante la XII Dinastía
La XII Dinastía duró casi dos siglos y, como decía, supuso el apogeo del Imperio Medio. Su territorio alcanzaba la tercera catarata del Nilo, abarcando Wawat (la Baja Nubia), y aunque el resto del reino de Kush no estaba bajo control directo del faraón, sí se encontraba en su área de influencia y vasallaje.
Ya vimos que esta región, el país de Kush, abarcaba el territorio situado entre la segunda y la sexta cataratas del Nilo (en el actual Sudán), y que sería conquistado completamente por Tutmosis I durante el Imperio Nuevo:
La fortaleza política durante este periodo trajo también cierto apogeo en el arte y la arquitectura. La construcción de un canal que comunicaba el Nilo con el mar Rojo o la celebré Historia de Sinuhé pertenecen también a este periodo.
Las dinastías XIII y XIV
Pero esa época de cierto esplendor terminó con Neferusobek a comienzos del siglo XVIII a.C. Tras la muerte de la reina-faraón comienza un periodo de reinados cortos, débiles y poco importantes que finalmente condujo a una rebelión y la división del país.
Y así, por si la debilidad política y la mediocridad de estos faraones fuera poco, a partir de 1700 a.C. encontramos un país dividido y con dos dinastías distintas: la XIII Dinastía, asentada en el área de Tebas, en el Alto Egipto, y la XIV Dinastía en Xois, en el Bajo Egipto, en la zona del delta del Nilo.
En el sur de lo que había sido el Imperio Medio, más allá de la segunda catarata del Nilo, el reino kushita aprovechará poco después la debilidad imperante en el país para liberarse del yugo egipcio y los gobernantes nubios proclamarán su independencia.
Los hicsos
Con Egipto dividido política y territorialmente, regido por faraones supuestamente incapaces y manifiestamente débiles, era inevitable que ocurriera algo así: el país cae bajo el dominio de gobernantes extranjeros. Los hicsos se hacen con el poder.
La invasión silenciosa
Durante el reinado de Tutimeos la ira de Dios se abatió sobre nosotros, y de una manera inesperada marcharon desde las regiones del este invasores de una raza oscura, confiados en la victoria, contra nuestro país. Por la fuerza se apoderaron de él sin descargar un golpe, y después de dominar a los gobernantes del país, incendiaron nuestras ciudades sin piedad, derribaron hasta los cimientos los templos de nuestro país y trataron a todos los egipcios con cruel hostilidad, masacrando a unos y esclavizando a las esposas e hijos de otros. Finalmente nombraron rey de entre ellos, llamado Salitis. Tuvo su sede en Menfis, sometiendo a tributo al Alto y Bajo Egipto, y siempre dejando guarniciones detrás en los lugares más importantes. En el nomo Sethroita fundó una ciudad favorablemente situada y la llamó Avaris, según una antigua tradición religiosa.
Flavio Josefo, Contra Apión
Ya ves que leyendo el texto de Flavio Josefo (quien, por cierto, vivió dieciocho siglos después de que todo esto ocurriera) puede interpretarse que hubo una invasión a sangre y fuego.
Frases como incendiaron nuestras ciudades sin piedad, derribaron hasta los cimientos los templos o masacrando a unos y esclavizando a las esposas e hijos de otros dan una imagen bastante apocalíptica del suceso. Sin embargo una segunda lectura más detenida nos da otras pistas.
Por la fuerza se apoderaron de él sin descargar un golpe, y después de dominar a los gobernantes del país…. Eso suena más a un aumento paulatino de su presencia y su poder hasta tomar el control de los estamentos.
¿Cómo fue en realidad? Me temo que, de momento, habrá que conformarse con hipótesis y conjeturas.
El misterio del origen de los hicsos
Y si no estamos seguros de cómo los hicsos se hicieron con el poder, aún lo estamos menos acerca de su origen.
Normalmente se ha asumido que eran pueblos comerciantes provenientes del levante mediterráneo, Siria y Canaán (marcharon desde las regiones del este invasores de una raza oscura), y aunque actualmente se sigue aceptando esto como norma general, no faltan las voces discordantes.
Y no sin cierta razón, porque desde las décadas de los setenta y los ochenta se vienen haciendo descubrimientos en las excavaciones arqueológicas de los palacios reales hicsos que se pueden calificar, cuanto menos, de curiosos:
Reconstrucción de un fresco hallado en un palacio hicso
Como ejemplo, te invito a que eches un vistazo a la imagen sobre estas líneas. Es la reconstrucción de un fresco hallado en el palacio de Tell el-Daba, la antigua Avaris, capital de los hicsos. En él se pueden ver unos jóvenes saltando sobre toros con los brazos extendidos sobre un patrón laberíntico, y con unos colores vivos bastante característicos.
Ahora compáralo con el celebérrimo fresco del Salto del Toro del palacio de Knossos, en Creta:
Aquí puedes encontrar la fuente con imágenes del fresco completo y fotografías de los detalles originales con buena resolución, así como de otros frescos minoicos hallados en este palacio hicso.
¿Eran los hicsos de origen minoico, o simplemente estaban influenciados por su cultura a través del intenso comercio establecido por ambos pueblos? En fin, otra cuestión que acaba en el apartado de “lo que aún no sabemos sobre los hicsos”. Aunque, repito, la corriente oficial mantiene su origen asiático.
La XV Dinastía
Recapitulando, en el siglo XVII a.C. tenemos a la XIV Dinastía en el delta del Nilo (surgida tras la rebelión y la escisión del reino en 1700 a.C.) y a la XIII en el Alto Egipto.
Los hicsos han comenzado a establecerse en la zona del delta desde 1730 a.C. aproximadamente y en 1650 a.C. tienen una fuerte presencia en ella. Es el año de su subida al poder y del primer faraón hicso, Salitis. Comienza así la XV Dinastía.
Los hicsos centran su reino en la ciudad de Avaris, construida sobre las ruinas de un antiguo poblado del Imperio Medio. La ciudad es fortificada y su influencia crece rápidamente. Incluso tiene un importante puerto fluvial con un comercio muy activo con Biblos (lo que refuerza la tesis del origen comerciante sirio o cananeo de este pueblo).
Lo cierto es que no debió costarles hacerse con el poder: sin ser un pueblo guerrero ni militarizado, debían tener sin duda una casta militar. Sí, puede que se hicieran con el poder lentamente, pero sin duda se mantuvieron en él gracias a su tecnología armamentística, muy superior a la egipcia.
Los carros de guerra, la caballería, las armaduras de escamas, las espadas de bronce (los famosos khopesh), el arco compuesto… Todo el armamento que hará de Egipto una potencia militar durante el Imperio Nuevo (y que veremos en detalle en una futura entrada sobre la batalla de Qadesh) fue introducido en el país por los hicsos.
Aun así la XIV Dinastía aún resistió bastantes años (cinco décadas) controlando un área muy limitada en torno a su capital, Xois. Y la explicación está precisamente en la situación de esta ciudad.
Xois (ése es el nombre griego, los egipcios la conocían como Jasuut) se encuentra en una isla cercana al centro del delta del Nilo, en un terreno pantanoso conformado por los innumerables ramales del río. Sin duda un terreno difícil de conquistar, aunque finalmente también cayó bajo control hicso, terminando con la XIV Dinastía.
La XVI Dinastía y la situación tebana
Y mientras los hicsos de la XV Dinastía controlan fuertemente la mayor parte del delta del Nilo, en Egipto Medio comienzan a delegar en subordinados egipcios… que finalmente deciden tomar el control de la zona y fundan la XVI Dinastía. Sí, el Segundo periodo intermedio fue una época convulsa e inestable para Egipto.
El caso es que con la presión de los hicsos en el Bajo Egipto, y con la débil XIII Dinastía más al norte, la XVI Dinastía fue desplazando su área de influencia hacia la zona de menor resistencia. Así acabó asentando su capital en el norte, en Tebas, llevando a su fin a la XIII Dinastía.
Fue precisamente el final de esta dinastía lo que hizo que los reyes kushitas avanzaran hacia el norte y tomaran el control del extremo sur del Alto Egipto, llegando a dominar incluso la ciudad de Elefantina, en la primera catarata del Nilo, junto a la actual Asuán.
Y fíjate en qué situación más incómoda quedó la XVI Dinastía: unos gobernantes relativamente débiles, sufriendo una gran presión desde ambos lados. Al norte tenían a la poderosa XV Dinastía de los hicsos y al sur, en Nubia, a los reyes kushitas. Además entre ambos reinos surgieron alianzas, lo que hacía la situación de Tebas aún más complicada.
Pese a eso mantuvo el Alto Egipto bajo control durante setenta años, aunque parece que fue más a base de pagar tributos que otra cosa. Sin embargo la presión de los hicsos desde el norte fue muy fuerte, y finalmente la XVI Dinastía acabó también cayendo bajo su poder.
Amosis I y el Imperio Nuevo
En 1580 a.C. la caída de la XVI Dinastía había dejado Egipto bajo control total de los hicsos y los gobernantes extranjeros extendían su poder faraónico desde el delta del Nilo hasta la región de la primera catarata.
Sin embargo supuso una época de avance para un país que, a su llegada, se encontraba sumido en un caos sucesorio y sin gobierno efectivo.
No sólo aportaron el avance en las armas que ya mencionaba más arriba, con la introducción del carro, el arco compuesto, la caballería, etcétera, sino que introdujeron muchos otros avances como el torno de alfarero, el trabajo en bronce y algunos instrumentos musicales como la lira y el laúd. Las artes y las letras experimentaron un tímido florecimiento durante esta época.
Pero aún así eran gobernantes extranjeros, y eso suponía una humillación para los egipcios. Los hicsos habían asumido parte de su cultura y hablaban y escribían el idioma egipcio, pero no ocurrió lo mismo con su religión. Ostentaban el título de Hijos de Ra, pero no aceptaban el culto a este dios.
Así que los egipcios no dejaron en ningún momento de percibirlos como extranjeros invasores. Hasta que ocurrió lo inevitable, y estalló la rebelión.
La XVII Dinastía
Surgió en el norte, en Tebas, en el seno de la XVII Dinastía, la cual posiblemente provenía de los sucesores de la XVI Dinastía ya que surgió como una casta de gobernantes tebanos casi de manera inmediata a la desaparición de ésta, aunque eso no se puede asegurar.
La rebelión fue liderada por el penúltimo faraón de esta dinastía, Taa II, que se levantó en armas contra los gobernantes hicsos, proclamándose faraón del Alto Egipto. No sólo lideró la rebelión sino que también encabezó la lucha, como atestiguan las cinco heridas que presenta el cráneo de su momia.
Momia de Seneqenra Taa, el faraón tebano Taa II
El caso es que Tebas fue recuperada del dominio hicso, volviendo a manos egipcias. Y no sólo Tebas: el área bajo el control rebelde fue creciendo tanto hacia el norte, a costa de los hicsos, como hacia el sur, recuperando terreno a los kushitas.
A Taa II le sucedió su hijo Kamose, quien recuperó para la dinastía egipcia una buena cantidad de ciudades. Sus ejércitos, fortalecidos, avanzaron hasta la mismísima capital hicsa, Avaris, y Kamose puso la ciudad bajo asedio. Incluso interceptó un mensajero del faraón hicso con una petición de ayuda a sus aliados nubios.
Aauserre, hijo de Re, Apofis, manda saludos a su hijo, el príncipe de Kush. ¿Por qué te has alzado como soberano sin hacérmelo saber? ¿No has visto lo que Egipto ha hecho contra mí? El soberano que está en su interior, Kamose, el victorioso, dotado de vida, de la misma manera como ha actuado contra ti. Él ha escogido estas tierras para acosarlas, mi tierra y la tuya y las ha destruido. Ven, desciende la corriente. No temas. Mira, él está aquí, junto a mí, no habrá nadie en esta parte de Egipto, no le dejaré el camino libre hasta que tú llegues. Luego dividiremos las ciudades de Egipto y nuestras dos tierras serán felices y alegres.
El reinado de Kamose fue muy corto y murió posiblemente en el asedio de Avaris, sucediéndole en el trono su hermano, Amosis, que por entonces tenía sólo diez años.
El fin de los hicsos
Amosis I fue el gran libertador. Continuó la guerra que había costado la vida a su padre y a su hermano, consiguiendo liberar una ciudad tras otra y haciendo retroceder a sus enemigos, tanto en el sur (con la recuperación de Elefantina) como en el norte.
No fue una reconquista rápida: la campañas de Amosis contra los hicsos se prolongaron durante veinte años. Pero finalmente consiguió recuperar todo el delta del Nilo, a excepción de la capital hicsa Avaris, a la que puso bajo asedio al igual que había hecho su hermano veinte años antes.
Amosis intentó asediar y tomar por la fuerza la fortaleza; más de 400.000 hombres la rodeaban. Cuando la idea de tomar la ciudad mediante el asedio comenzaba a desesperarle, Amosis llegó a un acuerdo. Los hicsos abandonarían Egipto y se marcharían donde quisieran, sin sufrir represalias. Después de este acuerdo, escaparon con sus familias y posesiones. No eran menos de doscientas cuarenta mil almas. Partieron de Egipto y pusieron rumbo a las tierras salvajes.
Flavio Josefo, Contra Apión
No sabemos cuánto duró el asedio de Avaris, pero terminó con la expulsión de los hicsos del país, tras lo cual se refugiaron en la ciudad-estado de Sharuhén, en el desierto del Néguev (en el actual Israel), fortificándola.
Amosis I derrotando a los hicsos
Sin embargo Amosis I no cumplió su promesa. Sharuhén estaba demasiado cerca de la frontera egipcia, así que el temor a su regreso y el recuerdo de más de cien años de dominación extranjera hicieron que el faraón iniciara una guerra de persecución y limpieza de los hicsos, que finalmente le llevó a Sharuhén.
Tras un asedio de tres años Amosis tomó la ciudad y la arrasó hasta sus cimientos, cerrando así una época de dolor para el pueblo egipcio.
El resurgir de un imperio
Cerrando una época de dolor… e inaugurando una nueva época de esplendor. La reunificación del país condujo al resurgimiento de su poder y el establecimiento de una nueva dinastía, la XVIII, que inauguraba el Imperio Nuevo, el cual perduraría durante casi quinientos años.
Un imperio que, gracias a las conquistas de Tutmosis I (tercer faraón de la dinastía iniciada por Amosis) se convertiría en el más extenso que la humanidad había visto hasta entonces y que pasaría a la historia como la Edad de Oro del Antiguo Egipto.
Si quieres profundizar en el tema
Los hicsos y su conquista de Egipto
de Javier Martínez Babón
Comprando el libro a través del enlace ayudas al mantenimiento económico del blog sin que a ti te cueste más. También puedes realizar una aportación puntual mediante PayPal a través de este enlace o convertirte en mecenas en Patreon. Gracias.